miércoles, 23 de junio de 2010

Los Soviets


Soviet, en ruso asamblea. La palabra Soviet definía a las asambleas de obreros y campesinos de la Rusia pre y post revolucionaria. Los Soviet fueron una verdadera y genuina organización de contrapoder popular que englobaba masas de campesinos, obreros, soldados y estudiantes que se oponían, en un principio al gobierno del Zar, y posteriormente al gobierno liberal – burgués de la Duma. Los Soviet, empezando como órganos de reunión clandestinos, llegaron a detentar un poder mayor que la Asamblea Constituyente. La explicación más clara, radica en que en las asambleas de Soviets de Obreros, Campesinos, y Soldados, podía acudir cualquier persona del pueblo, por primera vez en la historia, mujeres, a exponer, oír y votar lo que quisiera sobre los temas que allí se exponían, el gobierno, las decisiones sobre la guerra, comida, nacionalidades, y otros temas que afectaban a la Revolución.


Como podemos leer en el libro “Los diez días que estremecieron al mundo” de John Reed, escrito en 1919, no era extraño ver a soldados hambrientos, barbudos, obreros que llevaban varios días sin dormir, esperando a su turno para hablar, y hacer callar a los diputados bien vestidos y con buen aspecto de la Duma, en asuntos que les concernían como las huelgas o la guerra, y tirar abajo las aspiraciones derechistas de muchos revolucionarios que querían permanecer en la guerra imperialista con Alemania a toda costa, poniendo en juego las vidas de millones de soldados rusos. Fueron precisamente las aspiraciones pacifistas de los bolcheviques las que les llevaron al poder, y decantaron el apoyo de las asambleas de soldados hacia la postura bolchevique de “Paz sin anexiones” que éstos mantenían ante la urgencia de firmar la paz con Alemania, ya que consideraban que la I Guerra Mundial fue una guerra imperialista, y que enfrentaba a obreros de ambos países. La postura de la derecha y de los socialdemócratas fue siempre la de mantenerse en la guerra, lo que provocaba en el frente, deserciones masivas, linchamientos de oficiales y la génesis de un cada vez mayor embrión de lo que sería el Ejército Rojo.


La gente asumió como normal y deseable la consigna bolchevique de “Todo el poder para los Soviets”, ya que vieron que el rumbo que llevaba la Asamblea Constituyente era el de un gobierno burgués que pretendía concentrar el poder el la vieja oligarquía del antiguo Régimen, un “zarismo sin el zar”. La gente estaba muriendo y pasando penurias por las malas decisiones del zar y de su camarilla, y ¡lo habian derrocado para nada!. Urgía derribar el poder de esa Asamblea Constituyente que no representaba a nadie más que a ellos mismos.
Posteriormente, en la Guerra Revolucionaria Rusa, se daba el caso de que en los pelotones, los oficiales dirigían al pelotón en asuntos militares, de batallas etc, en el aspecto técnico… pero en los demás aspectos, el oficial tenía que acatar las órdenes de su propio pelotón, siendo uno mas en la asamblea a la hora de tomar las decisiones.
La conclusión que podemos extraer a día de hoy, en la coyuntura actual, es que el poder, y la victoria, vinieron de la mano de la participación voluntaria de las masas, que siendo consciente de sus propios problemas y contradicciones participó en la tarea de organizarse, y crear un contra poder que hizo temblar las estructuras de poder de uno de los imperios más grandes de Europa. La participación de la mujer, como sujeto activo en la organización y en la revolución fue así mismo decisiva, habiendo incluso batallones compuestos totalmente por mujeres en el Ejército Rojo, y siendo éstas en muchas ocasiones las que detentaban el liderazgo revolucionario de las masas. Vivimos en un país Euskal Herría, en el que el aspecto de organización asamblearia y matriarcal está muy presente en nuestra propia idiosincrasia. Las estructuras de contrapoder popular siempre han estado presentes, tanto a nivel de barrios, como asambleas de lucha obrera, como régimen de propiedad y organización campesina, pacifistas, ecologistas…
Esto es lo que el poder teme, y esto es lo que tenemos que fomentar.

Corresponsal Unaikistaní en Londres.