viernes, 23 de abril de 2010

El muro de la vergüenza

Se cumplen cinco años desde que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) declarara ilegal el muro de separación que Israel erige en Cisjordania, que sigue adelante pese a las protestas de los palestinos y otros organismos. Este 9 de julio, se cumple el sexto aniversario del dictamen no-vinculante del TIJ en 2004, decisión a la que Israel ha hecho caso omiso mientras continúa la construcción de la barrera, verja o muro de separación, según la forma que adquiere al rodear ciudades o aldeas palestinas y serpentear por el territorio ocupado.

El Gobierno israelí comenzó el proyecto en 2002 con el objetivo de impedir la infiltración de atacantes en Israel o los asentamientos judíos, sin embargo, la obra siempre ha estado cargada de polémica y provoca airadas críticas internacionales, así como devastadoras consecuencias sobre la población palestina.
Los palestinos califican la barrera de 'muro del apartheid' y aducen que tiene como fin despojarles de sus tierras e impedir un futuro Estado viable. Además de no cesar de construir la barrera, Israel tampoco ha respetado las recomendaciones del tribunal internacional que exhortó a desmantelar los tramos levantados en Cisjordania e indemnizar a los palestinos afectados.

Cuando concluya su construcción, el 85 % de su trazado quedará dentro del territorio cisjordano, frente al 15 % que transcurrirá por la Línea Verde, la frontera imaginaria aceptada internacionalmente tras la primera guerra árabe-israelí (1948-49). Así se desprende de un informe anual dado a conocer este mes por la Oficina de la ONU de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Jerusalén, que estima en 709 kilómetros el perímetro total que tendrá la barrera una vez completada.
Según esos datos, hasta la fecha se han levantado 413 kilómetros, cerca del 60 % del recorrido proyectado, mientras que 73 kilómetros están bajo construcción y 223 figuran en los planes.


El 'muro' ha cambiado radicalmente las vidas de numerosos palestinos, que han quedado atrapados no sólo por los obstáculos físicos sobre el terreno, sino también por la burocracia israelí que les somete a un régimen de "permisos" para acceder a sus tierras. La OCHA denuncia que 34 comunidades, donde residen unos 35.000 palestinos con documentos de identidad cisjordanos, quedarán estrangulados entre la barrera y la Línea Verde.
La mayoría de los palestinos con tarjetas de identidad de Jerusalén, con un estatus especial, quedarán entre la barrera y la Línea Verde, mientras que poblaciones en Jerusalén Este como Kafr Aqab o el campo de refugiados de Shuafat, son rodeadas por el muro. Aproximadamente 125.000 palestinos, residentes en 28 comunidades quedarán rodeados por el muro en tres lados, y 26.000 vecinos de 8 poblaciones por los cuatro costados.

Un ejemplo es el del distrito de Belén, con una demarcación de 660 kilómetros cuadrados, donde sólo el 13 por ciento de las tierras son de uso palestino y la mayor parte están fragmentadas. Según la organización Oxfam, alrededor del 80 % de los palestinos propietarios de parcelas al otro lado del muro no han recibido permisos de las autoridades israelíes y no pueden cultivar sus tierras.
"Antes de la construcción del muro, mi cooperativa cosechaba 3.000 toneladas de olivas. Hoy sólo logramos entre 500 y 1.000 toneladas dependiendo del año", explica Yusef Salim, campesino de Beit Yala, al sur de Jerusalén. En poblaciones afectadas como Bilín, Nilín, Yayus o Budrus, los lugareños palestinos se manifiestan asiduamente junto a activistas israelíes e internacionales para protestar contra el muro que divide sus tierras.